viernes, 21 de mayo de 2010

Ebrio de sin razon

Me resulta imposible de creer lo que pueden llegar a doler unas simples palabras, pueden llegar a doler mas que mil golpes, que una torutra eterna. Que deviles que somos, siempre dominados por un otro al que, quizas, ni siquiera sabe que nos tiene atados. Quizas somos nosotros los que nos condenamos sin razon y el que nos condena tambien le duele, no de la misma manera claro, una mas suave, mas sutil, pero duele igual.
 Dicen que el tiempo cura todo dolor, pero... si ese dolor cuando se vá. Reaparece, cada mes, cada semana.¿Como parar algo que inconcientemente va a volver siempre? La unica salida es volverse insensible, o aun mas facil, buscar un placebo que seguramente lastimaremos. He cometido un daño irreversible, que, ahora, ya no se si fue tal cosa o algo bello. Aveces quiero destruir cosas bellas para calmar el hambre y la angustia. Cuando las tinieblas caen uno es capaz de cualquier cosa por tal de que la soledad helada salga de las venas por lo menos uno segundo. No puedo terminar de ninguna manera estas lineas, porque es una historia abierta, una historia viva que quema la piel mas que el fuego mismo y que tardará muchisimo en cerrarse.

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